En la burguesa Mahón del XIX...
... en la esperanzada de preguerra y en la decadente de posguerra, se vivía ajeno a aquello que cruzado el Mediterráneo nos hacia conocidos, populares: La Mola de Mahón, el Penal. Ahora destino turístico de primer orden, antes destino indeseable y castigo divino.
Seria casi imposible calcular la cantidad de españoles que por aquí pasaron; desde 1848, año en que comienzan las obras, hasta 1999, año en que abandona la Fortaleza el ultimo reten de la guardia.
Entre todos crearon una leyenda negra, marcada por la lejania, el misterio la soledad y la penuria de unos tiempos adversos. Se llevaron de aquí un mal recuerdo que trasmitieron y en esa base fueron construyendo el mito.
Lagrimas, añoranzas, odio y sangre, algún buen recuerdo, alguna novia olvidada, alguna amistad para siempre, el aroma a manzanilla y el viento... esta es la mercancía para el recuerdo que ofrecia La Mola.




Hoy muchos vienen con la idea preconcebida de que toda la Fortaleza de Isabel II fue construida como prisión. Tanto el Cine como la Literatura se han encargado de ambientar sus relatos mas dramáticos en fortificaciones del estilo de la nuestra: el Conde de Montecristo y Papillon son una clara muestra. Ciertamente no andan mal encaminados, pues una obra de semejante tamaño, doblemente aislada y fuertemente fortificada cono esta, es el lugar ideal para una prisión, y así fue; pero la Fortaleza se merece algo mas que ser “famosa” por ese motivo.
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